Playa Garza, Nicoya. Las últimas presentaciones del toro más famoso de Costa Rica, Su Majestad El Malacrianza de playa Garza, tienen en el orden del día, la conveniencia o no, de que el animal continúe siendo montado.Para sus miles de fans, que lo siguen de fiesta en fiesta, es el momento oportuno para su jubilación, y que pase sus últimos años disfrutando de los amplios pastizales de la Nueva Esperanza, rodeado de vacas e hijos, lejos del estrés que genera cada una de sus participaciones en los redondeles del país.
Para Orlando Rodríguez de la Asociación de Monta Rustica Guanacasteca, El Malacrianza tiene el merito de haberle dado un nuevo aire a la monta en la provincia, eso sí, dejo en claro que nadie ha logrado hacerle la pega al estilo más vernáculo de la tradición guanacasteca, quienes se le quedaron han combinado distintos estilos y eso lo resiente el toro.
“Malacrianza es un toro rustico, por lo tanto tiene que montarse en su estilo: espuelas corredizas, pretal corrido a dos vueltas y a dos manos el montador, pero no, cada uno lo monta como le da la gana, pero rustico, rustico nadie ha podido con él”. Agrego Rodríguez.
Desde su regreso a los redondeles el 21 de diciembre del 2008, después de permanecer más de un año lesionado, Malacrianza no las ha tenido todas consigo.En ocho ocasiones que fue montado, en cuatro salió victorioso, mientras que en otras tantas, le hicieron la pega.
“Saque cuenta, Duglas Peña, Ricardo Gutiérrez, Jackson Ruiz y Bryan Murillo se le quedan, mientras que, cuando lo monta Juan Carlos Bustos, Mauricio Alcocer, Angel Cubillo y Junior Rosales el toro responde” explico Rodríguez.
Determinar y decidir en qué estado real se encuentra el toro, si su tiempo de grandeza ha pasado, luego de largas jornadas de sacrificio, esfuerzo y porque no, también de maltrato, es responsabilidad exclusiva de los hermanos Rodríguez Vega.
Para Wilbert Leal, quien tiene el privilegio de alistarlo en la manga de salida, Malacrianza no tiene que probarle nada a nadie, ya que alcanzo la cumbre, compitiendo con las mejores piernas del país, donde le cayeron espuelas de todo estilo, fijas, liberianas, corredizas, situación que no se puede decir de otros toros.
Mientras tanto, ajeno a los dimes y diretes que siguen a cada una de sus salidas al ruedo, El Malacrianza recupera fuerzas para su regreso a la ciudad folclórica de Santa Cruz, donde es esperado con bombos, platillos y bombetas el 25 de julio, en una jornada taurina que promete reunir a los mejores toros de la bajura guanacasteca.
Hay que tener presente, con claridad meridiana, que en la vida, el ciclo de los grandes campeones se cierra, y se abre el de aquellos que desde atrás pujan por llegar hacerlo. El Malacrianza de playa Garza, tiene ya ganado un sitio de honor, en la historia de las tradiciones guanacastecas, solo falta, que el icono diga adiós al presente y se convierta en leyenda.
Atendimos espléndidamente por Hugo Jiménez Salazar y su familia, la conversación fluyo rápidamente en torno al toro, al que Jiménez califica como “su corazón”, y no es para menos, el impresionante record de 50 montas invicto, hablan por sí solo, de la calidad del animal.
Al grupo se unieron los hermanos Ramiro y Vallejos, rústicos sabaneros, responsables del cuido de los toros de monta y de alistarlos en la manga de salida en cada una de las fiestas pueblerinas donde se presentan. La suave brisa sabanera, nos acercaba desde los corrales, el mugir retador de los temidos Chirvala, Violento, Basurilla, Solitario, Cara Sucia y desde luego El Príncipe de los toros en Guanacaste, El Chirriche.
El sabroso café recién chorreado, acompañado de tortilla palmeada en comal, con chicharrones de chancho criollo y gallina cocinada en fogón, hizo el milagro que la conversación se “estirara” hasta que, a como diría Lico Carrillo fue “tarde, tardecita”.
El ultimo en unirse fue Gerardo Coronado Ortiz, hombre humilde, trabajador y de una honradez a carta cabal a quien Hugo Jiménez no dudo en llamarlo su amigo. Resulta que por aquel tiempo, un famoso toro de monta criollo llamado “Polvorín”, propiedad de Hugo Jiménez, se voló las cercas, el animal embravecido no respeto cercas y llego hasta el potrero de la finca de Gerardo Coronado Ortiz y preño una vaca de raza Simenthal.
Al año y medio, Gerardo Coronado llegaba a El Bosque, pero no lo hacía solo, amarrado a una manila, traía un ternero de aproximadamente año y medio: Era el Chirriche.
“Él nunca pidió nada a cambio, pero nosotros como agradecimiento le regalamos una vaca preñada, nunca nos imaginamos que de esa travesura iba a salir un toro para la monta tan bueno como el Chirriche”. Cuando se probó al torete, Gerardo Coronado dijo que se bautizara con el nombre de "Chirriche", porque cuando brinca se parece al vuelo del Chirriche, el nombre con el cual se conoce en Santa Cruz al murciélago y Chirriche se quedo.
Gerardo Coronado falleció el pasado mes de mayo, a sus funerales en Lagunilla de Santa Cruz, como homenaje póstumo a un gran amigo, el Bosque llevo en un camión al toro que tanto quiso: El Chirriche.